Seguro que alguna vez has escuchado el famoso refrán: es mejor prevenir que curar. Si es así, deberías ponerlo en práctica para velar por tu bienestar. Pongamos a continuación un ejemplo para entender la importancia de esto. No es lo mismo tratarse y mejorarse de una anemia que apenas ha comenzado a causar cierta debilidad en el organismo, que intentar recuperarse de una anemia que lleva meses sin tratarse y que ha dado pie a otras complicaciones.